Camino despacio sobre asfalto de tierra.
Los pasos me llevan a destinos inciertos.
La luz me detiene, me ciega y exhibe mis miedos,
y aunque me pliego, continúo sin pausa bajo el yugo de su recelo.
Muros de piedra cubren mi desabrigo,
y a la sombra de su fortaleza emerge el destierro elegido.
Atrás quedan los deseos cohibidos,
los anhelos no cumplidos atrapados en ruinas,
las vergüenzas escondidas que empozoñan el sendero
y lo tornan más estrecho y oscuro.
Atrás quedaron,
apilados junto a los trozos de la inocencia arrancada a dentelladas,
aunque de lejos, a veces, dirijan mi marcha.
Vuela alto libertad, allá donde te lleve tu instinto,
y no dejes que el eco de sus voces varíe tu travesía.
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