martes, 20 de noviembre de 2012

Objetos, nada más

En los tiempos que vivimos parece ser que el único modo de consumo que existe es el de la posesión de lo material.  Sólo sentimos que tenemos algo si lo conseguimos físicamente, si tenemos la falsa creencia de que aquello que disfrutamos y adquirimos está en nuestro poder de un modo permanente, olvidándonos del hecho de que esa permanencia en ningún caso será eterna ya que ni siquiera nuestra propia vida lo es.   No tenemos en cuenta que el objetivo que perseguimos en realidad, es el placer derivado del consumo de determinados bienes y, para ello, no siempre necesitaremos poseerlos, a veces nos bastará con poder usarlos sin ser propietarios de los mismos.  Recientemente he recuperado la costumbre de frecuentar la biblioteca del barrio donde crecí, un lugar al que me encantaba ir de niño y donde viví momentos muy divertidos con mis amigas (causando más de un disgusto a la bibliotecaria de aquel entonces) y en el que también descubrí numerosos libros infantiles y juveniles de los que guardo un grato recuerdo.  Llevaba años sin sacar prestado ningún ejemplar de su discreto catálogo pero, últimamente, he leído algunas de las novelas que allí descansan a la espera de ser descubiertas.  He vuelto a experimentar lo enriquecedor que es comprobar que la cultura, en ocasiones, a pesar de que muchos se quejen de lo contrario, está al alcance de todos y de forma totalmente gratuita, sin necesidad de adquirir económicamente nada que tengamos que almacenar posteriormente en nuestros hogares, ni de perpetuar el hábito, tan promovido por nuestra cultura capitalista, del eterno aumento cualitativo y cuantitativo de nuestros bienes materiales.

Nos pasamos así la vida los seres humanos, embarcándonos en proyectos y empresas que hipotecan nuestra vida para intentar acumular más y más cosas que nos dicen que necesitamos tener, sin pararnos a pensar si realmente son tan importantes para nuestra supervivencia o para el desarrollo de nuestro bienestar vital.  La cadena de necesidades se hace interminable ya que, para mantener a flote semejante ritmo de consumo,  requeriremos mayores sueldos; casas con tamaño superior del que precisaríamos de no tener que albergar tal cantidad de objetos y bienes; y una larga sucesión de eslabones de muy diversa índole que se van añadiendo a dicha cadena, la cual no termina nunca de cerrarse en esa incansable e infructífera búsqueda de la felicidad.  Existen alternativas a esta inagotable fuente de consumismo que intentan mostrar que también se puede ser dichoso sin tratar de alcanzar tantas metas económicas y materiales,  convirtiendo en realidad aquella máxima de que, a veces, menos es más.  Si existe una frase popular que me haya demostrado a lo largo de todos estos años la veracidad que esconde su significado, sin duda, es ésta.  Hay dichos tradicionales que pueden llevar, en muchas ocasiones, a discursos patéticos llenos de demagogia barata, dependiendo de cómo se expongan y defiendan las ideas derivadas de los mismos, pero no por ello, en algunos casos, dejan de ser ciertas las enseñanzas que intentan transmitir.  No quiero erigirme como adalid de la causa ni ponerme como ejemplo de nada, pero sí es cierto que, por experimentar una apretada situación financiera en diferentes momentos de mi vida de adulto independizado del núcleo familiar, he aprendido, por necesidad, a ajustarme al sueldo del que disponía en ese instante, llegando a la conclusión de que, al final, salvo circunstancias especiales de familias numerosas, etc..., podemos prescindir de la mayoría de las cosas que supuestamente necesitamos.  Gracias a haberme visto obligado a ello, he podido comprobar que no necesito un móvil de última generación para poder comunicarme telefónicamente; que puedo leer sin necesidad de hacerlo en una tablet; que puedo ir en bicicleta para determinados trayectos o en transporte público ahorrándome comprar y mantener un coche; que soy capaz de aguantar varios meses sin adquirir alguna prenda nueva;  que no preciso tener un televisor de X pulgadas, me basta con el que tengo; y un largo etcétera que, aunque en un principio suponga el renunciar a muchas cosas,  la experiencia me ha demostrado que, al final, esa renuncia te permite disfrutar de otras.  Cuando aprendes a vivir con menos adecuas tu vida al dinero del que dispones y no te ves obligado a tomar decisiones importantes y trascendentales en base a una falsa necesidad.  Tus elecciones estarán guiadas por las cosas que verdaderamente te hacen vibrar y no tendrás, por ejemplo,  que optar por un determinado trabajo porque te paguen más y necesites ese dinero para poder costear tu ritmo de vida,  sino que podrás contentarte con un empleo que realmente te motive aunque su sueldo no alcance cifras astronómicas, y como éste mil ejemplos más. 

¿Dónde quedan las aspiraciones personales de la gente, las motivaciones, los hobbies, el tiempo libre, el poder disfrutar de la familia, los amigos, las parejas, la cultura?  ¿Eso no tiene valor?  ¿Por qué no destinamos nuestros esfuerzos a intentar llenar nuestra vida con estas cosas?  Vivir conlleva un desembolso económico, eso está claro, pero ese gasto no siempre tiene que destinarse a lo que esta economía capitalista quiere.   En mayor o menor medida, por mucho que queramos salirnos del camino establecido, el consumismo que nos han inculcado sale por algún lado y, a pesar de lo anteriormente señalado, también yo, en algún momento y con determinados objetos y bienes, muestro síntomas del mismo, aunque al menos intento plantearme que otra forma de vida es posible y al igual que yo, otra mucha gente.  Sin embargo, estas sugerencias, a pesar de que cuentan con un nutrido grupo de seguidores que apuestan por un modo diferente de vivir la vida, no consiguen calar con profundidad en la totalidad de la población.

El ser humano siempre ha querido ser libre; nos hemos quejado a lo largo de la historia cuando nos han arrebatado la libertad que sentimos nuestra por derecho y que ahora creemos poseer, sin embargo, vivimos en una sociedad que nos tiene absolutamente esclavizados, prisioneros de nuestros propios deseos y falsas necesidades.   La cultura, una vez más, es el secreto de todo.  Las cosas serían muy diferentes si el consumismo del que somos víctimas se inclinara un poco más hacia el sector de la cultura.  De este modo, al menos, no seríamos títeres a la deriva en un océano lleno de incomunicación y prioridades desordenadas.


viernes, 31 de agosto de 2012

Cine al alcance de cualquiera

Ahora ya no hay excusas.  Los motivos para no pagar por consumir cultura cinematográfica se están quedando obsoletos y faltos de argumentos ante las nuevas propuestas que ofertan diferentes formas legales de acceso a tales contenidos.  Iniciativas como Filmin, Youzee, etc... no dejan de sucederse en un intento por evitar que la industria del cine siga perdiendo comercialmente adeptos, situación ésta que desembocaría paulatinamente en la desaparición del cine como tal.   Desde el nacimiento de internet y las descargas de archivos ilegales, el número de personas que han dejado de acudir a las salas comerciales de cine se ha visto incrementado a un ritmo vertiginoso en los últimos tiempos.   Profesionales de este sector (directores, productores, distribuidores, etc...) se han quejado por activa y por pasiva a lo largo de los últimos años de la gran crisis que se estaba viviendo y que se adivinaba catastrófica en el futuro.  En mitad de toda esta vorágine imparable y descontrolada comenzaron a crearse alternativas legales de visionado de cine cuyo objetivo era ofrecer otras opciones que compitiesen con la jugosa idea de obtener gratis, con la inmediated que permite la red,  los contenidos cinematográficos que en el pasado sólo se podían disfrutar previo pago de una entrada de cine o mediante alquiler a través de un videoclub.   Han sido varias las propuestas que han intentado ofertar estos servicios pero me centraré en las que, en mi opinión, son más fieles a los objetivos que persiguen estas iniciativas y las que han conseguido que el ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales, organismo autónomo adscrito al Ministerio de Cultura que planifica las políticas de apoyo al sector cinematográfico y a la producción audiovisual) considere a los usuarios que alquilen las películas a través de estos portales como espectadores, los cuales se sumarían a la cifra total de público que alcanza un largometraje desde su estreno en salas de cine.   Los dos portales en cuestión, los cuales han conseguido ser homologados por el organismo anteriormente mencionado son Filmin y Filmotech.  Este último, centrado fundamentalmente en cine español, reúne un amplio catálogo al que se puede acceder a través de una tarifa plana bastante económica, por la que por el módico precio de 9 euros mensuales se puede disfrutar de más de 1.200 películas españolas de todos los géneros, entre las que se encuentran títulos clásicos, actuales, cortometrajes, documentales e incluso largometrajes inéditos que nunca llegaron a estrenarse en salas comerciales.  Algunos de estos títulos, por haber sido exhibidos recientemente en pantallas comerciales o por ser inéditos,  no se pueden consumir a través de la tarifa plana, por ello, existe la alternativa de ser alquilados de forma individual por la asequible cifra de 1,42 euros; no obstante, con la tarifa plana se accede a casi la totalidad del contenido global del portal.    Por otro lado, Filmin, la otra iniciativa de visionado de cine legal que cuenta con la homologación del ICAA y que, poco a poco, va aumentando su popularidad en la red, reúne un mayor número de películas en su haber.  Más de 2.000 largometrajes de todas las nacionalidades, entre los que se encuentran también documentales, series, etc...  componen su catálogo.  Al igual que el anterior también dispone de una tarifa plana a la que llaman cuenta premium, la cual se puede contratar de forma mensual, trimestral, semestral o anual, con ofertas en proporción a los meses que contrates, y al igual que Filmotech, los títulos más recientes tampoco pueden verse a través de la tarifa plana, aunque se pueden disfrutar de ellos individualmente por precios que oscilan entre los dos y los tres euros.    Desde mi experiencia personal, como usuario del portal Filmin, puedo decir que estoy disfrutando muchísimo de esta nueva forma de ver cine, la cual está siendo más que satisfactoria.  Después de meses de pensármelo mucho, he acabado sucumbiendo recientemente después de descubrir la suculenta oferta de verano propuesta por Filmin, por la que por el económico precio de 15 euros se puede disfrutar de dos meses de suscripción Premium.  Y en esas me encuentro, disfrutando de un gran número de películas  de todas las épocas y nacionalidades, las cuales, algunas no conocía y otras llevaba tiempo queriendo ver.   Pienso que acceder al consumo de cine a través de estos medios acerca al público general a  una gran cantidad de títulos alejados de los circuitos comerciales que, de otro modo, tal vez les costara más conocer;  y para los amantes del cine, que ya son consumidores habituales de este tipo de películas en formas más convencionales (pantallas de cine, dvds, etc...), supone también un gran aliciente ya que tienen al alcance de su mano un extenso videoclub en continuo crecimiento.  

Ya era hora de que se ideasen soluciones al gran problema que vive el sector.  Creo que debemos ser conscientes de que la cultura hay que pagarla, porque detrás de ésta hay gente dejándose la piel, el esfuerzo y la mente por crearla y eso tiene que tener una recompensa económica, porque al igual que cuando vamos a una cafetería no se nos ocurriría irnos sin pagar lo consumido, tampoco deberíamos ver como normal que cada vez que queramos disfrutar de la cultura debamos hacerlo gratis.  Diferente cuestión son los precios que le pongan a ese consumo, por ello creo que a este tema tan complejo le quedan aún muchos capítulos hasta llegar a un punto equitativo y razonable mediante el cual las dos partes de la ecuación, creadores y público, salgan beneficiadas.  No hay que olvidar que la existencia de dichas plataformas no puede sustituir al placentero e increíble acontecimiento que supone ir al cine, visitar físicamente una sala de proyección y sumergirse en la experiencia única de quedarse a oscuras en una gran habitación para disfrutar junto con otras personas del maravilloso séptimo arte.  Son dos formas de disfrutar del cine, dos experiencias totalmente diferentes e igualmente enriquecedoras, que tienen que coexistir sin que una pueda sustituir a la otra, por ello, en los tiempos que vivimos, en los que además de los problemas ya mencionados el gobierno español actual parece querer cargarse el cine patrio, debemos apoyarlas más que nunca.  Larga vida al cine.

sábado, 5 de mayo de 2012

Algo más que palabras

A veces es difícil conocer a las personas, penetrar en su verdadero interior, saber qué esconden sus pensamientos, acciones y actitudes. Nos ocurre hasta con nuestros seres más queridos, nuestros amigos/as más cercanos, y en ocasiones nos sorprendemos cuando hacen algo que no esperamos, dejándonos con una sensación de cierta angustia y una pregunta interna que no podemos contestar. Pero así somos las personas, seres llenos emocionalmente de pliegues, recovecos y contradicciones, asaltados continuamente por un sinfín de sentimientos que nos hacen ser, a veces, víctimas de nosotros mismos. Se crea así un ángulo muerto en el conocimiento que tenemos acerca de los demás, no muy grande si se trata de alguien cercano a nosotros y bastante considerable si es una persona que realmente ni siquiera conocemos, pero, en cualquier caso, siempre habrá un territorio opaco en el interior de los seres humanos al que no podremos llegar y del cual emanarán decisiones y comportamientos que nos provocarán sentimientos de desconcierto. Sin embargo, el sentido común, la lógica, la experiencia y la psicología que vamos acumulando a lo largo de nuestra vida hacen que este margen de error en el conocimiento de los demás se reduzca a un mínimo bastante tranquilizador. Hay ocasiones en las que sin conocer a alguien personalmente parece como si realmente fuera alguien cercano a nosotros/as. Ocurre con algunos personajes públicos, que a fuerza de verlos durante años en los medios de comunicación estamos familiarizados con ellos hasta tal punto que creemos saber cosas de ellos que tal vez no se correspondan con la realidad, o tal vez sí. Sucede también con ciertas personas que acabamos de conocer y con las que pareciese que lleváramos relacionándonos toda la vida a juzgar por las cosas que intuimos sobre ellas y que poco a poco se van confirmando a medida que avanzamos en el desarrollo de nuestra afinidad con ellas. Hay un factor fundamental que estimula estas sensaciones "pre-cognitivas", una cualidad que no todo el mundo posee y que presentan a aquellas personas que la tienen como seres que transmiten confianza, nitidez y claridad: la transparencia. Hay gente que la irradia con una fuerza especial y, en estos casos, ese terreno oscuro indescifrable se hace más fácil de leer, esas actuaciones y comportamientos sólo tienen una posible lectura y no hay dobleces ni dudosas intenciones.

Recientemente ha llegado hasta la red una entrevista a un personaje público conocido por todos/as, alguien a quien, como he dejado claro a través de este blog, admiro produndamente por su carrera profesional y por la calidad humana que me transmite y que siempre he intuido en ella aunque no la conozca personalmente. Lydia Bosch, después de varios años sin conceder ninguna entrevista, ha accedido a hablar por primera vez desde que volviera a los escenarios y lo ha hecho para demostrar la ilusión con la que afronta sus nuevos proyectos profesionales y para dejar claro que ha reanudado con la misma fuerza de antaño esa carrera artística que por determinadas circunstancias quedó aparcada. Como he señalado anteriormente, y a riesgo de ser tachado de freak fanático absolutamente influído por mi admiración, hay veces que sin conocer a alguien personalmente sientes que crees saber cosas de esa persona, y después de todos estos años siendo testigo de su recorrido personal y artístico puedo decir que ,en cierto modo, "la conozco". Muchas veces, la opción más simple es la verdadera, las cosas no suelen ser tan rebuscadas, y ante la duda creo que es mejor rendirse a la evidencia. Después de ver la mencionada entrevista a la que antes hago alusión, creo que puedo decir que las imágenes, las palabras, los silencios, los sentimientos, la autenticidad y la transparencia que emanan a través de esta mujer hablan por sí solos e invito a todo aquel o aquella que quiera a que la vea y si después de hacerlo tiene alguna duda de quién es Lydia Bosch es que tiene muy poca psicología o es que está muy ciego emocionalmente. Y para aquellos periodistas que, tan ridículamente, ensalzan su profesionalidad tras el eslogan de "yo soy periodista", como si eso significase que lo que dicen tiene que ser cierto, les invitaría a que fuesen un poquito menos absurdos y utilizaran de vez en cuando su inteligencia y sentido común. La justicia no es sagrada, la justicia también se equivoca, tenemos, desgraciadamente, numerosos ejemplos de sobra conocidos y demostrados a lo largo de la historia que certifican que la Justicia no es infalible, que sólo juzga lo que se puede evidenciar a través de testigos, confesiones y pruebas físicas y que cuando esto no es posible llega hasta donde puede llegar. Pero que algo no se pueda probar no significa que no haya ocurrido, que no se les olvide esto a aquellos/as que se les llena la boca diciendo: "Es que un juez ha dicho que..." Afortunadamente, aunque la ley a veces no pueda, el tiempo y la vida ponen a cada uno en su lugar.


sábado, 24 de marzo de 2012

Frantic (Frenético), 1988

A pesar de mi gran pasión por el cine y mi afición por ver varias películas a la semana, ya sea en las salas de proyección comerciales o en el salón de mi casa, aún sigo sin haber catado grandes obras del cine clásico y contemporáneo de todas las nacionalidades del mundo. Es por ello que ahora, que desafortunadamente, como una gran parte de la población española, estoy en el paro, he decidido ponerme al día con muchas tareas, proyectos y hábitos que, debido a la falta de tiempo, a veces descuidamos. Así que ya es el momento de acabar con frases como: "Pero cómo un cinéfilo como tú no ha visto "X" película? ¡Pero si es un clásico! ¡Pero si está considerada como una de las 100 mejores cintas del mundo!" Pues no, no la he visto, esa y muchas más, y mira que a lo largo de todos estos años he consumido un nutrido y considerable número de títulos de todos los géneros posibles, tanto de dudosa como de demostrada calidad (que uno también ve cine comercial y absurdo para no pensar), pero es que el CINE, como arte, cuenta con muchos años ya en su haber y desde sus comienzos, en 1895, hasta ahora se han creado infinidad de producciones cinematográficas, y aunque muchas de ellas (por estadística pura) puedan carecer de valor artístico, aún seguirían quedando una buena proporción de títulos de obligado visionado. Uno de ellos, sin duda, es la película Frantic (Frenético), de Roman Polanski, la cual he tenido la oportunidad de ver recientemente, dejándome un buen sabor de boca en estos tiempos que corren, en los que es bastante difícil encontrar un gran thriller. Éste, desde mi punto de vista, lo es.




La narración comienza con un magnífico punto de partida que te deja todo el metraje en suspenso: un reconocido doctor estadounidense y su esposa viajan a París con motivo de la celebración de un congreso médico en el que aquél ha sido invitado como ponente de una de las conferencias programadas. Poco después de llegar al hotel donde se hospeda la pareja, la mujer desaparece sin dejar rastro. Desde ese momento la película se convierte en una auténtica cruzada en la que el protagonista, un impresionante Harrison Ford en una de sus mejores interpretaciones, tendrá que sortear miles de obstáculos en su afanada búsqueda de la verdad. Un sinfín de equívocos, casualidades, contratiempos y persecuciones se suceden a lo largo del film, todo ello encuadrado en los hermosos paisajes de la famosa capital gala y aderezado con la sublime banda sonora del famoso compositor Enio Morricone.




Así que ya sabéis, para todos aquellos/as que queráis pasar dos horas pegados/as al sillón, recuperad este éxito cinematográfico de los años 80, "Frenético", una muestra indudable de buen cine.

jueves, 8 de marzo de 2012

Primer adelanto de "La Hermandad"

Por fin se ha publicado en la red el primer teaser de la esperada película "La Hermandad". Este pequeño adelanto sacia un poco la expectación y curiosidad generada alrededor de este proyecto, el cual aún no tiene fecha de estreno, aunque algunas informaciones indican que podría estrenarse esta primavera, so pena de participar o no en la sección oficial del Festival de Sitges. De ser así, su estreno se pospondría hasta septiembre u octubre de este mismo año. Este tímido avance estimula el enigma creado alrededor de la historia del film, dejando interrogantes acerca de lo que ocurre tras los muros del inquietante monasterio en el que se desarrolla la trama. Cabe destacar la fotografía de la película, oscura y tenebrosa, en consonancia con el género al que pertenece la misma, y la interpretación de su protagonista, Lydia Bosch, la cual creo que va a sorprender en un registro completamente distinto al que nos tenía acostumbrados hasta ahora. "La Hermandad", sin duda, nos hará pasar mucho miedo...

miércoles, 29 de febrero de 2012

Una emotiva despedida

Me sentí un poco triste y, la verdad, no tiene mucho sentido, pero es lo que ocurre cuando se va alguien que, a pesar de no conocer personalmente, te ha acompañado durante toda la vida. Estuvo conmigo cuando era niño y la observaba en el televisor con esos looks espantosos que en aquel momento nos parecerían increíbles pero que, ahora, más de 20 años después, nos parecen increíblemente horribles. La veía entonces, protagonizando los videoclips que los programas musicales de la época, que tanto abundaban, emitían e incitaba a bailar a los adolescentes de los 80 con esos ritmos pegadizos en los que su potente voz llenaba absolutamente cada estrofa. Como ya he dicho, yo era sólo un niño pero ya me fascinaba su fuerza artística y vocal y aunque por mi edad aún no era capaz de apreciar todo su potencial, de algún modo, ya se instaló su figura en mi incipiente e inocente cultura musical que poco a poco ya iba formándose para dar paso, años después, a un gran amor y pasión incondicional por la música. Corrían los primeros años de los 90, y mientras ella estaba en lo más alto de su carrera, con sucesivos números 1 en las principales listas musicales del mundo y debutando en el cine como protagonista de uno de los mayores taquillazos cinematográficos del momento, yo andaba descubriendo muchas cosas y fue por aquel entonces cuando comenzó a fraguarse mi afición por el cine, la música y casi todo lo que estuviera relacionado con el arte. Sin embargo, a pesar de encontrarse en su mejor momento como artista tanto a nivel musical como popular, no fue hasta mediados de dicha década cuando la descubrí en mayúsculas. Hasta ese momento otras interpretes ocupaban un lugar muy importante en la lista de mis cantantes favoritas, pero de pronto, descubrí que detrás de esa gran voz que entonaba la archiconocida "I will always love you", canción que tanto gustaba a la gente pero que a mí no me decía nada hasta ese momento, había otras canciones que despertaban en mí un sinfín de emociones. Canciones como "Greatest Love of All", "Where Do Broken Hearts Go", "I Know Him So Well", "Nobody Loves me Like you Do", etc... me acompañaron en innumerables tardes en mi adolescencia, cuando encerrado en mi habitación y con éstas y otras muchas canciones más de fondo me regodeaba en las ensoñaciones de mis primeros amores platónicos. A partir de ese momento Whitney Houston pasó a engrosar el repertorio de mis artistas preferidas y comencé a indagar en su discografía, que por aquel entonces, sin internet, era mucho más complicado que ahora, y así fue como llegó a mis manos en el año 1996 su primer LP "Whitney Houston". Este primer trabajo de presentación, grabado en 1985, fue considerado el mejor disco de música soul de ese mismo año por la Revista Rolling Stone. Es un álbum muy especial para mí, ya que además de suponer el primer CD que compré de ella y con el que terminé de saber con certeza que simbolizaba para mí todo lo que debía tener una artista, también fue uno de los primeros CD´s que adquirí de la extensa colección de discos que ahora poseo. En estos días que por internet circulan infinidad de homenajes a su memoria no dejo de escucharla y de recordar todo lo que me ha hecho sentir a lo largo de toda mi vida. Tengo mucho que agradecerle ya que le ha puesto banda sonora a mis momentos de fantasía, a mis sueños, que han sido bastantes y espero que siga habiéndolos por mucho tiempo más.

El color de la voz, la tesitura, el timbre, la profundidad, la potencia, ... Muchos factores influyen a la hora de catalogar a una voz como apta para dedicarse a la música, para definir a una voz como "buena" objetivamente hablando, pero al final, sólo una característica marca la diferencia de unas voces con respecto a otras, una que no todo el mundo que canta objetivamente bien posee y que, en definitiva, poca gente dedicada profesionalmente a la canción tiene: la transmisión de sentimientos. A veces, muy pocas, hay artistas que lo tienen todo. Whitney era una de ellas. Mientras exista gente que aún disfrute con su voz y con su música no se habrá ido del todo. We will always love you, Whitney.

lunes, 23 de enero de 2012

Ne le dis à personne


Todos los que amamos el cine sabemos lo difícil que es encontrar una buena película dentro del género de la intriga o thriller. Para los que sentimos esa adrenalina recorriendo nuestro cuerpo cuando, en la oscuridad de la sala de cine, visionamos un film cuya trama está llena de momentos de tensión, persecuciones, incógnitas por resolver, etc... conocemos de sobra el final al que nos conduce la mayoría de este tipo de ficciones: la decepción absoluta. Así que cuando encuentro una obra cinematográfica de la categoría a la que, a mi parecer, pertenece ésta no puedo más que alegrarme enormemente y compartirla con el mayor número de cinéfilos que pueda. "Ne le dis à personne" o su traducción al español "No se lo digas a nadie" es un film francés del año 2006 dirigido por el joven realizador y actor Guilleaume Canet, de actualidad este pasado año por la dirección de la exitosa película "Pequeñas mentiras sin importancia". El cine francés ha dado muestras, durante décadas, de una cinematografía llena de sobriedad, elegancia, originalidad y una forma de contar las historias con una sensibilidad exquisita. Los ejemplos de películas francesas enmarcadas en el thriller se alejan mucho de lo que la industria hollywoodiense, donde se producen un mayor número de producciones de este tipo, entiende por este género. El cine de suspense de origen galo tiene un toque menos efectista y más oscuro, sustentada su intriga más en el contenido que en la forma, desprovisto normalmente de escenas trepidantes y sin tantos golpes sonoros, resultando en algunos casos mucho más inquietante. Cineastas como Truffaut o Chabrol han dado numerosas muestras de ello a lo largo de toda su carrera. Quizá, en general, si atendemos al cine mundial, sin centrarnos en una nacionalidad concreta, supongo que la mayoría de la gente considerada cinéfila elegiría como máximo exponente de este tipo de cine al gran Alfred Hitchcock, y es por ello que, cuando se quiere dotar a una película de intriga o thriller de una garantía que atraiga al mayor número posible de aficionados a este tipo de producciones, se le añade a la promoción de la misma alguna frase que incluya el adjetivo de hitchcockiano. "Ne le dis à personne" no es una salvedad y creo que es una de las películas que más merecido lo tiene ya que hace mucho tiempo que no veo una ficción que plantee una narración tan intrigante desde el principio, la incremente durante todo el resto del metraje, presentando nuevos datos que te hacen dudar de todo y termine con un final que resuelva de un modo tan creíble y resolutivo toda la historia. El film se ve ampliamente reforzado por la interpretación de su protagonista absoluto, François Cluzet, acompañado, aunque con papeles secundarios, por un reparto muy coral e interesante con estrellas del cine galo como pueden ser Nathalie Baye, Jean Rochefort, la actriz británica Kristin Scott Thomas y hasta el propio Guillaume Canet, el cual se reserva un pequeño personaje dentro de su propia obra, como ya hiciera en numerosas ocasiones, aunque con apariciones fugaces, el ya mencionado Alfred Hitchcock.

La historia de "Ne le dis à personne" arranca con la extraña muerte de Margot, la cual, tras un idílico día en el campo con su marido Alexandre, es brutalmente asesinada sin que éste pueda hacer nada por ayudarla. 8 años después del fatídico suceso, Alexandre, sumido en una vida gris, sin poder superar la pérdida de su esposa, recibe un misterioso mail que le pone en alerta sobre la posibilidad de que su mujer aún esté con vida... Interesante punto de partida para una sucesión de hechos intrigantes y trepidantes que te mantendrán en vilo hasta el final... No se lo digas a nadie...