lunes, 20 de enero de 2025

Ocaso

 

Y se escondió... a la caída de la tarde.

Las cenizas cayeron inertes,

la calma era su escudo,

brotes de espinas cruzaban su espalda.

Nada temía, nada podía pararla.

Retazos de vida,

miradas de espanto,

y aunque quisiera,

ya no esperaba el milagro.

En la pared se refleja su llanto,

nada temía, nada sentía,

y en la pureza de su letargo

oye a lo lejos su desencanto

 

 

 

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