sábado, 5 de mayo de 2012

Algo más que palabras

A veces es difícil conocer a las personas, penetrar en su verdadero interior, saber qué esconden sus pensamientos, acciones y actitudes. Nos ocurre hasta con nuestros seres más queridos, nuestros amigos/as más cercanos, y en ocasiones nos sorprendemos cuando hacen algo que no esperamos, dejándonos con una sensación de cierta angustia y una pregunta interna que no podemos contestar. Pero así somos las personas, seres llenos emocionalmente de pliegues, recovecos y contradicciones, asaltados continuamente por un sinfín de sentimientos que nos hacen ser, a veces, víctimas de nosotros mismos. Se crea así un ángulo muerto en el conocimiento que tenemos acerca de los demás, no muy grande si se trata de alguien cercano a nosotros y bastante considerable si es una persona que realmente ni siquiera conocemos, pero, en cualquier caso, siempre habrá un territorio opaco en el interior de los seres humanos al que no podremos llegar y del cual emanarán decisiones y comportamientos que nos provocarán sentimientos de desconcierto. Sin embargo, el sentido común, la lógica, la experiencia y la psicología que vamos acumulando a lo largo de nuestra vida hacen que este margen de error en el conocimiento de los demás se reduzca a un mínimo bastante tranquilizador. Hay ocasiones en las que sin conocer a alguien personalmente parece como si realmente fuera alguien cercano a nosotros/as. Ocurre con algunos personajes públicos, que a fuerza de verlos durante años en los medios de comunicación estamos familiarizados con ellos hasta tal punto que creemos saber cosas de ellos que tal vez no se correspondan con la realidad, o tal vez sí. Sucede también con ciertas personas que acabamos de conocer y con las que pareciese que lleváramos relacionándonos toda la vida a juzgar por las cosas que intuimos sobre ellas y que poco a poco se van confirmando a medida que avanzamos en el desarrollo de nuestra afinidad con ellas. Hay un factor fundamental que estimula estas sensaciones "pre-cognitivas", una cualidad que no todo el mundo posee y que presentan a aquellas personas que la tienen como seres que transmiten confianza, nitidez y claridad: la transparencia. Hay gente que la irradia con una fuerza especial y, en estos casos, ese terreno oscuro indescifrable se hace más fácil de leer, esas actuaciones y comportamientos sólo tienen una posible lectura y no hay dobleces ni dudosas intenciones.

Recientemente ha llegado hasta la red una entrevista a un personaje público conocido por todos/as, alguien a quien, como he dejado claro a través de este blog, admiro produndamente por su carrera profesional y por la calidad humana que me transmite y que siempre he intuido en ella aunque no la conozca personalmente. Lydia Bosch, después de varios años sin conceder ninguna entrevista, ha accedido a hablar por primera vez desde que volviera a los escenarios y lo ha hecho para demostrar la ilusión con la que afronta sus nuevos proyectos profesionales y para dejar claro que ha reanudado con la misma fuerza de antaño esa carrera artística que por determinadas circunstancias quedó aparcada. Como he señalado anteriormente, y a riesgo de ser tachado de freak fanático absolutamente influído por mi admiración, hay veces que sin conocer a alguien personalmente sientes que crees saber cosas de esa persona, y después de todos estos años siendo testigo de su recorrido personal y artístico puedo decir que ,en cierto modo, "la conozco". Muchas veces, la opción más simple es la verdadera, las cosas no suelen ser tan rebuscadas, y ante la duda creo que es mejor rendirse a la evidencia. Después de ver la mencionada entrevista a la que antes hago alusión, creo que puedo decir que las imágenes, las palabras, los silencios, los sentimientos, la autenticidad y la transparencia que emanan a través de esta mujer hablan por sí solos e invito a todo aquel o aquella que quiera a que la vea y si después de hacerlo tiene alguna duda de quién es Lydia Bosch es que tiene muy poca psicología o es que está muy ciego emocionalmente. Y para aquellos periodistas que, tan ridículamente, ensalzan su profesionalidad tras el eslogan de "yo soy periodista", como si eso significase que lo que dicen tiene que ser cierto, les invitaría a que fuesen un poquito menos absurdos y utilizaran de vez en cuando su inteligencia y sentido común. La justicia no es sagrada, la justicia también se equivoca, tenemos, desgraciadamente, numerosos ejemplos de sobra conocidos y demostrados a lo largo de la historia que certifican que la Justicia no es infalible, que sólo juzga lo que se puede evidenciar a través de testigos, confesiones y pruebas físicas y que cuando esto no es posible llega hasta donde puede llegar. Pero que algo no se pueda probar no significa que no haya ocurrido, que no se les olvide esto a aquellos/as que se les llena la boca diciendo: "Es que un juez ha dicho que..." Afortunadamente, aunque la ley a veces no pueda, el tiempo y la vida ponen a cada uno en su lugar.